EL LIBERTADOR LEONCIO PRADO
Edmundo Panay Lazo
EL
LIBERTADOR
LEONCIO
PRADO
Análisis de la Obra “Leoncio Prado y
la Revolución Cubana” de César García del Pino
A la memoria del insigne Esteban Pavletich
PALABRA
PRIMERA
Estimo
necesario escribir el presente documento, es más, siento el imperativo de
hacerlo. Es mi deseo dar a conocer mis experiencias e información obtenida más
allá de nuestras formales fronteras, respecto a la personalidad revolucionaria
de Leoncio Prado, uno de los más ilustres hijos de Huanuco y de la patria.
En la
República Socialista de Cuba pude conocer el libro “Leoncio
Prado y la Revolución Cubana” de César García del Pino, con un valioso
contenido, que amplía el bagaje informativo y
conceptual existente sobre el tema.
El presente
libro constituye la lectura del
mencionado texto, que me permite ampliar el horizonte conceptual y
recrearlo con su información, que
adicionada a los elementos cognitivos que eran de nuestro dominio, nos brindan un universo enriquecido que pertenece
al pueblo y que lo entrego a él, por ser el único dueño de la historia.
Este
aporte, tiene como intención contribuir a una mayor ilustración respecto a la
dimensión latinoamericanista y universal del héroe de Huamachuco, cuya
existencia histórica se proyecta en la luz que irradia la lucha por la
liberación de los pueblos oprimidos del mundo.
Lleva en su
contenido, una consecuencia que se inicia en los contactos que realiza para
integrarse a la lucha libertaria que emprendieron los cubanos, pasa por la
captura del “Moctezuma” y múltiples
acciones político-revolucionarias, hasta el instante en que decide retornar al
Perú por que tenía “como peruano sagrados
compromisos con su patria así como americano los tenía con Cuba...”
CONSIDERACIONES
UNIVERSALES
SOBRE
LEONCIO PRADO
César
García del Pino en su obra Leoncio Prado y la Revolución Cubana, refiere una
expresión vertida en su obra “José María Aurrecochea: El caraqueño general del
Ejército Libertador”, en la que expresa:
“En las
luchas libertarias de América Latina, ha sido característica que hombres de unas
regiones hayan marchado a otras a combatir por su liberación; así lo hicieron
Bolívar y San Martín;... (1)
El mismo
autor, en su obra “Leoncio Prado y la Revolución Cubana”:
“Estas
mismas palabras, pueden aplicarse a uno de los más preclaros hijos del Perú, a
Leoncio Prado, campeón también de la libertad americana ... La visión de
Leoncio Prado rebasaba el estrecho ámbito de las “patrias chicas”, que nos
impusieron las potencias que aspiraban a medrar a costa nuestra” (2)
La
trascendencia histórica de Leoncio Prado está circunscrita en muchos casos y no
por casualidad, a la información sobre su participación en la Guerra del
Pacífico, hecho que podría ser suficiente para ubicarlo en una elevada
dimensión de heroicidad.
Mas su
heroica existencia de ciudadano del mundo, de paradigma libertario, rebasa los
linderos del “hombre que con estoicismo
espartano se inmola en los campos de Huamachuco”. (3)
Él, reiteramos, fue un luchador permanente
por la libertad latinoamericana, que con un alto grado de consecuencia, supo
pasar
de la palabra a la acción demostrando y
defendiendo la validez de sus ideales, dentro del marco ilímite de la
universalidad.
Y cuando utilizamos este término lo hacemos
en la conciencia de que en el mundo sólo hay dos clases de pueblos: los libres
y los oprimidos, y que la causa de la liberación es un comportamiento
internacionalista ante el opresor universal; el propio Leoncio Prado nos lo
diría, cuando en vísperas de abandonar, según él momentáneamente la lucha por
Cuba, para venir a defender a su patria, en una carta dirigida al General
Calixto García, Presidente del Comité Revolucionario Cubano, con fecha 18 de
julio de 1879.
“en la cuestión que se ventila con las armas
en el territorio boliviano no se debate el derecho a un pedazo de terreno, sino
otros problemas de mayor y más trascendental importancia, en cuyos problemas
están mezclados los intereses de Cuba...” (4)
Una visión clara de la proyección del
imperialismo, los intereses del imperio dominante no eran ajenos en la guerra
Perú con Chile de la dominación de Cuba.
Este convencimiento también anidaron los
peruanos, que al iniciarse en Cuba en 1869 “el secular proceso” (5) que conduciría a su total liberación, el 30
de mayo de 1869 se reunieron en uno de los principales teatros de Lima, bajo la
presidencia del Dr. Francisco Javier Mariátegui, el General Bolognesi, el cubano Ambrosio
Valiente y el General Buendía, y aprobaron la siguiente declaración:
“Que la causa de la independencia de Cuba es
causa nacional, y que todos los peruanos están obligados a prestarle su apoyo
del mismo modo que si se tratara de la independencia del Perú”. (6)
La actitud de solidaridad del pueblo peruano
obligó al Presidente José Balta a dictar un decreto que en su parte resolutiva
decía lo siguiente:
“Artículo único.- Reconócese la independencia de la Isla de
Cuba de la dominación española, como igualmente el Gobierno Republicano
establecido en ella”. (7)
SITUACIÓN
DE CUBA
Hay pueblos signados por la historia para ser en sus
diferentes horas paradigmas de la lucha libertaria. Ese ha sido el signo
histórico de Cuba desde cuando fue hollada por los españoles en 1511.
Antes de entrar al discurrir de esas horas estimo la
necesidad de repasar, aún con excesiva brevedad, los antecedentes históricos de
la tierra a la que Colón describió “como la más hermosa que ojos humanos
vieron”. (8)
Los hispanos tras luchas con los naturales, libradas “entre
los años 1512 y 1514 fundaron las primeras villas y los cimientos de un régimen
de gobierno infinitamente más cruel que el del feudalismo en descomposición
existente en España, al someter a los indios a un sistema llamado de
encomiendas, mediante el cual los redujeron a la más despiadada explotación y a
su progresiva extinción” (9)
En esta época se produce la llegada
de los primeros negros africanos como mano de obra esclava para la explotación
de las minas, luego para el trabajo en la zafra. Los negros reaccionaron en
reiteradas oportunidades contra el régimen de esclavitud al que eran sometidos,
pero siempre fueron develados sus movimientos.
A decir de Salazar Gutiérrez y Pérez Galdós el absolutismo
centralizado y despótico de los españoles motivó en los criollos la aspiración
de la independencia, remarcando ellos que “las contradicciones fundamentales
provenían de la asfixia de las fuerzas productivas en desarrollo, en medio del
estrecho marco de relaciones de producción impuesto por España”. Estas situaciones
y el surgimiento del espíritu nacional cubano, dieron lugar
a que a partir de la primera mitad del siglo XIX Cuba fuera escenario y sus
privilegiados hijos de estirpe libertaria, los protagonistas de trascendentales
gestas de emancipación.
Dentro de estas acciones va a tener especial connotación el
histórico “Grito de Yara” lanzado por el patriota Carlos Manuel Céspedes, el 10
de octubre de 1868, quien proclamó la independencia de Cuba y enarbolando la proclama de “Viva Cuba
Libre”, dio inicio a la contienda que habría de cubrir casi dos lustros de
historia cubana. A este período bélico se le identifica como la “Guerra de los
10 años”, que al final, lamentablemente no alcanzó la fuerza explosiva ni los
niveles de participación necesarios, ya que la zona occidental estuvo al margen
de la contienda e incluso fue el sostén económico del ejército colonial.
Céspedes, que había sido antes Jefe del Gobierno de Cuba
Libre y del Ejército Libertador, tras la aprobación de la Constitución de
Guáimaro, es designado Presidente de la República en Armas.
La lucha se hizo cada vez más cruenta. Países como Perú,
Chile, Ecuador y Bolivia reconocieron el derecho de beligerancia. Los españoles
luchaban por mantener su hegemonía.
Contradicciones internas dieron lugar a la renuncia de
Céspedes y al despojo de su legítimo sucesor el General Juan Vicente Aguilera.
Asume el cargo Cisneros Betancourt, quien inicia corrientes
contrarrevolucionarias.
Esto no significó para Carlos Manuel Céspedes el final de
la lucha, él cayó en su frente de batalla en 1874.
En estas circunstancias, ingresa al escenario de la lucha
independentista de Cuba Leoncio Prado.
LEONCIO PRADO RUMBO A CUBA
Aun cuando algunos biógrafos lo
ubican como combatiente en la caballería camagüeyana a las órdenes de Ignacio
Agramonte, el primer documento en el que aparece es aquél dirigido por el
representante diplomático de la revolución de Cuba en el Perú, Manuel Márquez
Sterling, en agosto de 1875 a Manuel Aldama, informándole del deseo de Leoncio
de incorporarse a las huestes libertadoras, diciéndoles:
“Que las
expresivas manifestaciones que yo he hecho de las crueles penalidades que lo
esperan, de los inmensos peligros que lo amenazan en aquella guerra que no
tiene ejemplo en los anales de la historia, sólo ha servido para escitar su
entusiasmo y hacer más inquebrantable su generosa resolución” (10)
Pese a estas advertencias su espíritu
no decayó, más al contrario se embarcó rumbo a Panamá para luego transportarse
a Cuba.
Desde Panamá llegó a Kingston-Jamaica
a bordo del “Uruguay”, que afrontó algunas infaustas contingencias, entre ellas
la de un conato de enfrentamiento con naves españolas.
HABIA
QUE ARMARSE DE CORSARIO
Leoncio Prado, intuitivo y sagaz,
había visualizado lo altamente positivo que resultaba armar un buque corsario.
Este permitía desarrollar una importante acción bélica en el mar distrayendo
las fuerzas enemigas y desgastando sus recursos materiales y económicos, junto
a una lógica desestabilización en las relaciones económicas y políticas en el
plano internacional, a la vez que convocaba la simpatía y en algunos casos el
apoyo de naciones hermanas.
De ahí que consideró como una situación táctica de
imperiosa ejecución el obtener una patente de corso.
En New York, Aldama mediante una carta niega ayuda a
Leoncio y sus hermanos. Este Aldama, Agente General, se convertiría en un
personaje siniestro para la lucha de los patriotas cubanos. Prado le
respondería:
“que hasta
ahora no se ha tratado de armar un buque cubano en corsario, y por consiguiente
no se han hecho presas de buques mercantes españoles que vendidos en el Perú o
Colombia que ambos podían dar un positivo auxilio a Cuba. Nosotros proponemos a
usted, que de dos buques que Cuba tiene en el Pacífico se ponga uno a nuestras
órdenes y se nos autorice para armarlo en corsario, que del buen éxito nosotros
respondemos; pues se sabe que buques españoles surcan ese océano”. (11)
Lamentablemente el silencio respondería a esta petición.
Leoncio Prado tomó la alternativa de viajar a Cuba con el “venerable patriota”
(12) José Vicente Aguilera –a quién le correspondía
ocupar la Presidencia de la República en Armas- para “el
mismo recoger la patente de corso expedida por el gobierno”. (13)
El 11 de abril de 1876 llegó a New
York el General Mariano Ignacio Prado, reelecto Presidente del Perú, quién se
dirigía a Europa con el propósito de realizar negociaciones de carácter
financiero, entrevistándose con Aguilera los días 13 y 15 de abril, llegándose,
a juicio de García del Pino, a aprobar el proyecto consistente en el desembarco
de Aguilera en Cuba a fin de que “tomase posesión de la Presidencia de la
República en Armas y expidiese la patente de corso necesaria, así como los
nombramientos correspondientes” (14)
El 22 de abril Aguilera zarpó a New
York rumbo a las Bahamas donde se encontraría con el “Anna” que lo conduciría a
Cuba junto con Leoncio, sus hermanos y los coroneles Rosado y Queralta.
Nuevamente Aldama intervino para sabotear el contacto y el
“Anna” no llegó al punto convenido por estarse reparando de una avería
deliberadamente causada, surgiendo la alternativa de que el “Trade Unión” los
lleve a Cuba mediante el pago de $ 3.000. Aguilera lejos de ordenar como
correspondía a su investidura consultó a sus jefes y oficiales, ahí surgió la
voz de Prado para decir:
“que siendo
nuestra expedición más política que otra cosa, en virtud de ser su objetivo
principal darle a conocer al gobierno la triste situación de nuestros asuntos
en el exterior, opinaba porque se debía aceptar la proposición del capitán ...
y que contando con
mil
quinientos pesos que debía haberle dejado su padre en New York, los ponía a
nuestra disposición para ayuda del mencionado fleta”. (15)
En la votación triunfó la moción de
abandonar el proyecto y Aguilera acató aquella decisión, perdiendo
implícitamente la dirección del movimiento revolucionario en Bayamo, cuando
también estaba siendo despojado de la Presidencia de la República, cuyo ascenso
le correspondía por su condición de Vicepresidente, haciéndolo en su lugar
Estrada Palma por decisión del Congreso de Representantes; hábilmente
manipulado por Aldama, quién a la vez le arrebató la Vice Presidencia.
En su afán de salvar la empresa, el General Rafael de
Quesada despachó al núcleo principal de los expedicionarios, entre los que
figuraban los hermanos Prado, hacia Cabo Haitiano en la Goleta “General Grant”,
con orden de aguardarle en aquel puerto hasta el 20 de junio, para de no llegar
el “Anna” partiesen rumbo a Kingston, a donde arribaron el 22 de junio en
derrota, sin recursos y con goleta fletada.
El 5 de julio Leoncio Prado convocó a Queralta, Rosado y
Aguilera a una sesión secreta en la casa de López Queralta, donde expuso que en
vista de la frustración de la expedición y la serie de dificultades de poderla
continuarla con éxito, entre ellas la carencia de recursos económicos; “y
porque no le es soportable al ciudadano Prado yacer inactivo ante desorientadas
perspectivas, cuando su propósito, al salir de su país fue y es consagrarse.
sin pérdida de tiempo al auxilio de la causa de la libertad de Cuba ...”
(16), propuso embarcarse con destino al Perú donde esperaba
“colectar algunos miles de pesos para llevar a Cuba una expedición”. (17)
El proyecto pese a ser aprobado no
fue de necesaria ejecución, pues se enteraron que en el barco que ellos
abordarían viajaba de retorno el General Mariano Ignacio Prado.
“Reunidos nuevamente los cuatro
patriotas, acordaron que Leoncio Prado participase el proyecto a su digno
padre, para su conocimiento, aprobación y protección del propósito”. (18)
A su desembarco el General Prado fue
informado de los planes acordados. Luego, reunidos en la casa de López Queralta
se comprometió a proporcionar, “en aquel mismo día a Leoncio Prado, los fondos
necesarios para iniciar el trabajo” y que “desde Lima remitiría otra cantidad
que debería llegar a Kingston en la primera quincena de setiembre”. Por otra
parte Rosado debería “entrevistarse con el presidente haitiano y en nombre del
Presidente Prado le pediría enviase un comisionado secreto a Lima, autorizado
para negociar con el Perú un acuerdo de ayuda a Cuba”. Dentro de la ejecución
del plan “el Coronel López Queralta debería partir inmediatamente para Cuba,
con el propósito de poner en conocimiento de estos trabajos al Gobierno de la
República en Armas y obtener una patente de corso a favor del Ciudadano,
Capitán de la Marina Leoncio Prado, y reciba otras en blanco, regresar con
cuanta rapidez le fuera posible”. Finalmente acordaron que Leoncio Prado y
Aguilera “quedarían en Kingston responsabilizándose con esta tarea”. (19)
Queralta era portador de una carta
dirigida al Presidente de la República Estrada Palma, “en la que hacia valer
ante todo su condición de hijo del Presidente de una república hermana que nos
había auxiliado desde los primeros momentos”. (20)
Estrada Palma no recibió con mayor
entusiasmo al comisionado de Prado, toda vez que para aquél todo proyecto a
favor de la guerra era contrario a sus intereses, pues su propósito era
liquidarla, de ahí que cualquier acción de apoyo a la causa de la independencia
de Cuba tenía que dejarla en el camino o desaparecerla. El pedido de Leoncio no
podía ser una excepción en este despropósito y le fue negada la patente de
corso mediante una misiva en la que Estrada Palma ignora por completo al
Presidente Prado, en cuyo nombre le había escrito Leoncio, sin considerar que
el gobernante peruano brindó ayuda a la causa cubana reconociendo a su
gobierno.
Hasta aquí había llegado la lucha en
el nivel diplomático por obtener la patente de corso y todo esfuerzo había sido
infructuoso, a pesar de la noble causa y lo bien concebido de los proyectos,
las fuerzas contrarrevolucionarias enquistadas en el aparato de gobierno
impedían que los dignos propósitos de Prado y los patriotas se consumaran con
éxito.
Esto lejos de rendir a Prado, enervó
su espíritu y agudizó su mente, puso su talento para concebir un plan donde el
arrojo y la decisión tendrían un papel determinante, tomando la resolución
siguiente:
“en lugar de armar secretamente un
corsario, dar un golpe que, galvanizando a los revolucionarios dentro y fuera
del país, obligase al gobierno a concederle necesaria patente, presionando
por la opinión pública y hasta quizá
por los jefes del ejército ... Es lógicamente en este momento que germina la
idea de apoderarse, mediante un audaz golpe de mano, de uno de los vapores
correos, de matrícula habanera, que hacían carrera en las Antillas”. (21)
LA TOMA DEL “MOCTEZUMA”
Morey viajó
a Cuba con la negativa de Estrada Palma. El 30 de agosto Leoncio se embarca
hacia Saint Thomas dando inicio a una serie de viajes preparatorios de estudios
para hacer realidad el proyecto.
Así, lo
encontraron en Puerto Plata desde el 3 de noviembre esperando a un grupo de
conjurados. El “Moctezuma” arribó el 7 de noviembre.
Este barco
era “uno de los vapores de la Empresa que con el nombre de “Correos de las
Antillas y Transportes Militares” hacían un viaje mensual a Saint Thomas,
Puerto Rico, Santo Domingo, con escala en varios puertos de la Isla, donde
generalmente llevaba soldados, municiones, víveres, dinero, etc., que se
empleaban en hacer la guerra a los cubanos, y bajo este punto de vista debía
considerársele, no como un buque mercante, sino como un verdadero buque de
guerra” (22)
Allí se
embarcaron con diversos nombres y nacionalidades, quienes
Habían de
tomar este navío. Lo hicieron en varios
grupos, así testimonia Ernesto Alvarado García. (23)
Pero es
importante relatar una versión dominicana del embarque:
“Recuerdo
perfectamente cuando yo tenía unos catorce años, dice el General Limardo
Ricourt, me encontraba en la Administración de Hacienda de Puerto Plata: Una
mañana de noviembre de 1876, entró al puerto el vapor “Moctezuma”, que corría
la línea desde
La Habana
hasta los puertos de la costa norte de Cuba ... y luego en Puerto Plata y
Puerto Rico ... mientras despachaba el papel sellado, me fijé detenidamente en
un joven de unos seis pies o más alto, lampiño, de fisonomía enérgica, sin
afectación, que vestía pantalón negro, una faja roja de elástico, que
entonces estaba de moda, y un “Partó”
amarillo como de seda, este personaje me llamó la atención, tenía aspecto de
jefe. Luego me dijeron que era de apellido Prado”. (24)
Zarparon el
7 de noviembre. Había navegado aproximadamente cuatro horas, cuando se hallaba
la nave a la la altura de La Isabela y 30 millas de la costa, el pequeño grupo
de patriotas dio inicio a la acción.
Esta se
inició aproximadamente a las seis de la tarde. Prado dividió la fuerza en tres
grupos. Cestero, Gutierrez, Blanco y Carlotto a proa, para arrollar a los
marineros que por allá se encontraban hacia popa.
Deetjen,
Álvarez, Brea y Saldívar se estacionaron en las escalas para impedir que
subieran los que estuvieran abajo.
Morey
estaba sentado en la mesa.
Todos
llevaban al cinto revólveres y en los baúles una docena de machetes.
Estaban en
la mesa del capitán algunos pasajeros de primera clase, gente vinculada a él y
Morey. Un total de doce, ninguna mujer.
Prado y
Vélez se lanzaron de la toldilla, bajo la cual sobre la cubierta estaba la
mesa, esgrimiendo revólveres; Prado, que además llevaba un puñal, se dirigió al
capitán en estos términos:
“Capitán
Cacho: En nombre de la República de Cuba lo hago a usted mi prisionero y tomo
posesión de este buque”.
El capitán
contestó que no se hiciera fuego, pero una reacción del contador que lanzó
contra los atacantes lo que había en la mesa, dio lugar a una breve escaramuza
en la que Prado se vio obligado a disparar hiriendo con dos balas al Capitán
Cacho, una en la parte posterior del cráneo y otra en el labio superior. Vélez
disparó contra el paje al cual mató, éste, en una entrevista publicada por el
Diario “El Comercio” de Lima, el 4 de diciembre de 1876, edición de la tarde,
expresa que él fue quien hirió mortalmente al Capitán Cacho y que el revólver
de Prado no funcionó. Esta versión es recogida por el Coronel Abel Bedoya de
Seijas, sobreviviente de la Batalla de Huamachuco en su obra “Leoncio Prado”.
Asimismo
fueron muertos los que opusieron resistencia: Capitán Leonardo Cacho y Cevallos,
el camarero José Castro, el marinero Tomás Méndez, el pasajero español
Francisco Reguera, y heridos el fogonero Juan Prego y el cubano Hurtado.
Luego
fueron apresados el contador y los demás empleados superiores, y se rindieron
todos los otros tripulantes. (25)
Después de
tomar las providencias que las circunstancias exigía, asumieron el comando del
barco y en vez de “Moctezuma” le
pusieron
“Céspedes”. Prado tomó el mando, Morey el segundo. Hicieron rumbo a Puerto
Kaix, en la costa norte de Haití, frente a la Isla Tortuga.
A cuatro
millas de este puerto, desembarcaron a los pasajeros, oficiales y parte de la
tripulación, quedándose únicamente seis marineros y maquinistas con el pago de
sobresueldo.
Continuaron
viaje después del desembarque y el 10 de noviembre Vélez y unos más se quedaron
en un bote frente a las costas de Jamaica.
Prado, tras
la captura del “Moctezuma” redactó varias cartas y un manifiesto dirigido “A la
emigración cubana”.
Entre las
primeras se hallaban las cursadas a Leandro Rodríguez y a Vélez, designándolos
su representante en Norte y Sudamérica, al primero le hacía encargos
relacionados a la obtención de elementos como carbón y aceite para el
mantenimiento del barco, mientras que a Vélez le encomienda la misión de Agente
General de la empresa libertaria de Cuba en Sudamérica y en particular en el
Perú.
En la
proclama entre otras cosas expresaba:
“Las
repúblicas hermanas no olvidaran que una misma es nuestra sangre, que una es
nuestra causa, el mismo nuestro hermoso porvenir”. (26)
Aquí ponía
en evidencia la magnitud internacionalista de su lucha, dentro de una
concepción irrecusablemente antiimperialista.
REPERCUSIÓN DE LA CAPTURA DEL “MOCTEZUMA”
En los
círculos españoles produjo una alarma real. Ellos mejor que nadie podían juzgar
el daño que podía causarles un corsario.
El Periódico “La Independencia” en su artículo titulado “Un
corsario”, entre otras cosas manifiesta:
“un
corsario, que en una excursión alrededor de las costas de la Isla echase a
pique cincuenta goletas de cabotaje cargadas de azúcares y mieles, sepultaría
en el fondo del mar en pocos días una riqueza inmensa que hoy sirve al enemigo
para pagar las tropas que combaten a nuestros
hermanos ... Inmediatamente subiría el precio del oro en La Habana a una cifra
pavorosa; los fletes de las mercancías en bandera española serían nulos; el
seguro marítimo en la misma bandera sería ruinoso para el comercio; la zozobra
de los tripulantes y pasajeros en buques españoles se5ría constante; las zafras
de los ingenios azucareros y todas las mercancías que se transportan por mar a
los principales puertos de la Isla correrían riesgos inminentes; la marina de
guerra española, hoy estacionada en los puertos, inactiva y haciendo economías
al tesoro, tendrían que estar constantemente mar afuera vigilando costas y
entradas de los puertos, haciendo un gasto inmenso de combustible que
redoblaría los apuros de la hacienda ... Con 50,000 pesos empleados en un
corsario, recibiría España más daño y en menos tiempo, que en diez batallas
campales que se diesen en tierra firme”.
(27)
Ante esta
situación inmediatamente las autoridades de marina procedieron a enviar en
busca del “Céspedes” a la “Isabel La
Católica”,
el “Pizarro”, “Las Navas”, “Tornado”,
“Bazán” y “Jorge Juan”. (28)
También el
22 de noviembre, dieron a conocer este hecho a la Legación española en
Washington, para que ésta lo pusiese en conocimiento del gobierno
norteamericano y recabase su cooperación.
A mérito de
esto su Secretario de Estado Hamilton Fish, dispuso que se ocupara del
“Céspedes” si entraba en cualquier puerto de esta Nación, debiendo su
Departamento de Marina hacer que su escuadra lo persiguiese.
Actitud
contraria fue la asumida por el entonces Imperio del Brasil, que ante el pedido
de que se trate como piratas a los tripulantes del “Céspedes”, llegaron a la
conclusión de que la acción de ellos es política y por lo tanto no era
procedente la petición.
Un
periódico cubano, tras analizar que el “Moctezuma” cumplía una labor similar
concluía manifestando:
“Cuba está
en guerra activa con España hace más de ocho años. El “Moctezuma” era un pedazo
de territorio de España porque enarbolaba su bandera: Era, además un transporte
militar de España, que hace la guerra a Cuba, y Cuba, usando de su derecho, al
apoderarse de él ... simplemente ha combatido a un enemigo reconocido”. (29)
Asimismo,
junto a la secuela política que generó la captura de este barco, surgió la voz
de quienes con tono elegiaco rendían su homenaje a la acción heroica de estos
gallardos combatientes.
El 29 de
diciembre de 1877:
“ ... el
poeta colombiano Joaquín María Pérez, había escrito una obra teatral titulada
“El Moctezuma” estrenada el 29 de diciembre en el Teatro Francés de New York y
publicada en aquellos mismos días con un prólogo de José Antonio
Echeverría”. (31)
Esta no fue
la única manifestación, en 1878:
“El
entusiasmo y la devoción que despertaba Prado entre los emigrados, dio lugar a
que el 4 de mayo apareciese publicado un poema en el que el patriotismo
superaba a la calidad que le dedicara R.C. Silvera”. (30)
LA TRAVESIA DEL “CÉSPEDES”
El mismo Leoncio Prado se encargó de sembrar pistas falsas
para que persiguieran al “Céspedes”. Unos lo ubican con destino al Perú para
armarse en sus costas. Otros en un puerto colombiano junto al buque peruano
“Amazonas”. También lo hallaban en el Orinoco para pertrecharse en el interior.
Los restantes lo localizaban con destino a Cuba para atacar a las cañoneras que
lo esperaban.
Lo cierto era que el “Céspedes” se dirigía a las costas
centroamericanas. El 13 de noviembre llegó a Honduras. Luego partió a Laguna de
Caratasca, donde envió a Morey a tierra con el propósito de contratar un
práctico, pues los indios que tenía a bordo resultaron inútiles. (32)
Lamentablemente el viaje fue accidentado, pues la pequeña
tripulación naufragó pereciendo uno de los marineros, cuatro restantes salvaron
a nado la orilla. El buque había quedado a siete millas de la costa
aproximadamente.
Aquí habría de producirse un incidente de aparente
intrascendencia, pero que sellaría el destino del proyecto de Prado. Manuel
Morey y Duany, en su obra “Episodios del Moctezuma” nos refiere que “ya en
tierra, Morey se encaminó hacia la Laguna de Caratasca y llegó a ella en la
tarde de aquel día, encontrando al “Céspedes” fuera de la misma, pues el mal
tiempo y la falta de prácticos le impedía entrar. La poca visibilidad no
permitió que del buque viesen sus señales y esto les vedó reunirse”. Ante esta
circunstancia Prado, obligado por la escasez de combustible, puso proa a
Gracias a Dios, pero al cruzar frente a la boca del río Patuca le dejó aviso a
Morey
de su rumbo y después echó a tierra un práctico indio con
una carta instruyéndolo se incorporase en el lugar de destino.
Prado en Gracias a Dios se aprovisionó de combustible,
Morey se unió a ellos tras cuatro días de penosa travesía, habiendo dejado el
mensaje de regresar para rescatar a los cuatro marineros que lo acompañaban,
cuando fue una embarcación por ellos ya habían abandonado el lugar dirigiéndose
a Iriona donde se presentaron a Guillermo C. Burchard, gobernador del
departamento hondureño de Mosquitia, el que ignorando la política de su
gobierno, lejos de ayudar a los patriotas cubanos, informó al cónsul español en
Puerto Trujillo de la presencia del “Céspedes” en aquella zona, ofreciéndose
“lacayunamente” a contribuir al apresamiento de quienes consideraba piratas.
El cónsul español despachó rumbo a La Habana la goleta
americana “Maud Barbour” contratada por tres mil pesos de oro.
Leoncio Prado no sabía de esta situación y después de unos
días recién levó anclas en Gracias a Dios para ponerse con destino a la bahía
de Bragman-Puerto Cabezas, en territorio nicaragüense, donde fondearon el 17 de
diciembre.
La “Maud Barbor” arribó a La Habana con los despachos del
cónsul de Trujillo, el 23 de diciembre. Inmediatamente fue enviado hacia el
Golfo de Honduras el “Tornado” llevando como práfvctico de aquellas aguas al
patrón Panker. El día 28 siguieron con la misma misión el “Jorge Juan” y la
fragata “Isabel La Católica”.
El primero de ellos utilizando el estratagema de enarbolar
una bandera peruana contactó con la goleta “Lighfifle”, quién le manifestó que
se había encontrado con el “Céspedes”a la altura de Punta Hueso poniendo proa
entonces hacia Gracias a Dios, donde ofreció pagar hasta cuatro mil pesos por
las cabezas de Prado y Morey, y dos mil por la de los restantes.
“Aquel
indigno ofrecimiento no cayó en oídos sordos y gracias a un bellaco pudieron
sus perseguidores conocer el paradero del “Céspedes”.
“El 25 de diciembre el buque “Nambi” se había puesto al
habla con una goleta, que se dirigía a Gracias a Dios, y su patrón era conocido
de Prado, dio este al capitán algunas cartas para el puerto de su destino,
entre las que dirigía una al comerciante de aquel puerto, Sr. Heinzman,
pidiendo que con aquella propia goleta le remitiese el resto de carbón que allí
había quedado, y también un individuo práctico de aquellas costas” (33)
El capitán de la goleta cumplió el encargo mas no Heinzman,
quien puso las cartas y otras informaciones a disposición del jefe del vapor
español “Jorge Juan”, que había arribado
a este lugar.
La mañana del 4 de enero de 1877 se presentó cerrada al
“Céspedes”, llovía y había una espesa bruma. El comandante del “Jorge
Juan”pretendió sorprenderlos pero se despejó la neblina y los del “Céspedes”
vieron a “seis o siete millas” al barco enemigo que se lanzó al ataque a “toda
fuerza de máquina”.(34)
Informado Prado ordenó el desembarco,
pero quedándose él y Morey rompieron latas de petróleo en distintos lugares,
prendieron fuego a la nave que sólo la pudieron abandonar cuando ya eran casi
presa del destino de ésta.
LEONCIO PRADO EN LA MANIGUA
“Una vez en
la playa, iluminada por las llamas del “Céspedes”, Leoncio Prado organizó el pequeño
grupo que formaban sus audaces compañeros y a su frente se internó en la selva,
comenzando así una larga marcha, que ha sido calificada como odisea, en la que
se vieron obligados a atravesar “bosques y ciénagas, terribles tremedales, en
donde abundan los lagartos (caimanes) hasta de cinco varas de largo” también se
encuentran toda clase de animales selváticos desde el fiero león hasta la
serpiente cascabel”. (35)
A esto había que sumar el peligro de caer en manos de los
españoles o de “las partidas de indios salidos en su persecución”, Morey nos
relata:
“de
nuestros ánimos era muy próximo a la desesperación. Uno solo de nosotros
parecía completamente impasible, indiferente a todos los padecimientos del
cuerpo y del alma: este era el comandante Prado ... quién me dijo: “Compañero,
no tenga Ud. Tanta pena: esto no puede durar indefinidamente: yo espero que
pronto tendrán término nuestros padecimientos: mas si morimos, por la patria
moriremos, y por la patria donde quiera y como quiera debe morirse ... Mientras
tanto, comamos ahora algunas yerbitas, que ellas nos sostendrán cuatro a cinco
días más ...”. (36)
Después de casi un mes de marcha deambulando “por el verde
laberinto” Leoncio cayó victima de la malaria, al igual que Deetjen. En esta
situación decidió construir una balsa con la que se dejaron arrastrar por la
corriente del río, llegando el 17 de marzo a
Juticalpa, tras haber atravesado el territorio de los
terribles albatuinas. (37)
Allí fueron atendidos y cuasi recuperados se dirigieron a
Comayagua, a la sazón capital de Honduras. Pasaron a La Paz donde fueron
recibidos por el Presidente Marco Aurelio Soto, con una cordialidad expresada
en la frase que “estaban deseosos de estrechar la mano amiga, encallecida en
las bregas por la libertad y la justicia, de aquellos soldados de una legión
invencible”. (38)
De ahí se dirigieron a Amapala a
donde llegaron el 3 de abril, embarcándose rumbo a Panamá donde arribaron el 16
de este mes. Mientras tanto su padre, Mariano Ignacio, ordenaba la compra de medio
millón de cápsulas Remington, las mismas que deberían entregarse al Sr. Miguel
Aldama Agente General de la República de Cuba (39) y que jamás llegaron a los
patriotas.
Leoncio se trasladó a Lima, donde fue recibido
triunfalmente, y una vez allí puso en práctica un nuevo plan de hacer la guerra
a España. Consistía el mismo en llevar a cabo un viejo proyecto que propusiera
su padre, años atrás, al comodoro Tucker: Hostilizar a España en las Filipinas,
trasladar el teatro de operaciones al otro extremo del mundo y obligar al
gobierno de Madrid a dividir sus fuerzas”. (40)
LA LUCHA NO SE DETIENE: EL VIAJE A FILIPINAS
Con el auxilio de su padre armó un
buque y enrumbó a las Filipinas
“Poco se
conoce de aquella empresa y no sabemos –aunque lo sospechamos- si llegó a
realizar alguna acción bélica en aguas filipinas. Sólo consta que naufragó en
el Mar del Sur de la China después de haber sido el primero en pasear el
pabellón de la estrella solitaria por el Océano Pacífico y llevarlo hasta las
lejanas costas asiáticas”. (41)
Hay una
serie de indicios en este peregrinaje, que comprendió China, India, Italia, que
nos llevan a pensar que Leoncio Prado tuvo acciones de guerra frente a los
españoles “y que les pudo ocasionar algún daño”, pues fue objeto de una tenaz
persecución hispana.
De Roma
reemprende viaje encontrándolo en New York el 4 de enero de 1878, alló Aldama
le va a ofrecer el buque “Estelle” para que actúe como torpedero, proposición
que rechaza. Este barquichuelo sería embargado por los norteamericanos. Era
otra jugada falsa de Aldama. (42)
EN
EL COMITÉ REVOLUCIONARIO
En estas circunstancias se propuso el claudicante “Pacto
del Zanjón” suscrito por el Presidente Estrada Palma. Era el resultado de la
“labor de zapa realizada por los aldamistas dentro y fuera de la isla”. Esto
indignó a los emigrados que brindaban su aporte de sangre a la revolución cubana.
La situación del Ejército Libertador era crítica “carente de municiones,
desaparecidos o apartados del mando la mayoría de sus mejores jefes y
oficiales”. (43)
Ante esta situación tuvo lugar en el Masonic Hall, el 9 de
marzo, un acto importante, con el fin de tratar lo relacionado al auxilio que
debería brindarse a los que en su hermosa obstinación libertaría combatían aún
en la isla de Cuba, acordándose la creación de un Comité en el que se incluyó a
Leoncio Prado, cargo al que renunció pero solicitó se le “dejase en una
posición independiente porque él ya tenía iniciados trabajos de mayor
importancia para Cuba y lñe sería embarazoso tener que formar parte del Comité,
al cual se adhería completamente y merecía su total aprobación ...”. (44)
En este acto Leoncio Prado pronunció
un emotivo y patriótico discurso, habiendo dicho entre otras cosas:
“La hora
suprema ha llegado, esta es la hora en que todos los patriotas constituyan la
unidad de acción. De un lado tenemos la generosidad aparente del enemigo que
nos tiende la mano, la mano misma teñida aun con la sangre de nuestros
hermanos, que ha estado siempre dispuesta a exterminarlos. El otro lado está
lleno de dificultades, de sacrificios y vicisitudes; en el que nos espera la
muerte. En
el primero está la ignominia, la infamia y la degradación. En el segundo, la
gloria y el honor defendiendo la
libertad.
Los que siguen el primero se cubrirán de oprobio y de vergüenza. Los que
sigamos el segundo conquistaremos el noble título de héroes o mártires...” (45)
En una segunda intervención
manifestó:
“Allí como
aquí me tienen ustedes pronto a recibir todos los elementos de guerra que
querráis enviar a Cuba, y los llevaré aunque se oponga el mundo entero.
Respondo con mi cabeza que llegarán, o moriré en el cumplimiento de mi
compromiso, llevando conmigo el contingente de sangre necesario para
reemplazara los que se han rendido en el Camagüey”. (46)
La reunión concluyó con el acuerdo de que “todos los fondos
que se colecten se invertirán en armas y municiones que se entregarán al Sr.
Leoncio Prado”.(47). Así, “de esta manera se le investía con la jefatura de la
Revolución en el exterior”. (48). Leoncio continuó con su tarea,
el 15 de febrero en un acto en Filadelfia reune la suma de diez mil pesos. (49)
El 26 de marzo Leoncio Prado reclama a Aldama los fondos y
elementos de guerra que su padre remitió para los revolucionarios y no llegaron
a su destino. Aldama los negó.
El 27 de marzo una nueva carta para el Presidente de Cuba
salía de sus manos, enviándole “una relación de firmes patriotas que proponía
como Agentes en Europa y América”. (50)
El 30 de marzo aparecía una proclama suya dirigida “A las
Repúblicas de Centro y Sur América”, en la que revelaba su espíritu
latinoamericanista, pues empezaba con el vocativo de “Compatriotas”, en uno de
los párrafos decía:
“Ellos y
nosotros miembros todos de una misma familia y compañeros hasta ayer de los
mismos infortunios, unos son nuestros pesares y unas mismas nuestras halagüeñas
esperanzas”. (51
El 13 “La Independencia” publicaba un llamamiento de
Leoncio a los cubanos. Su actividad pro Cuba era intensa.
A principios de mayo, desembarcó en la costa sur de
Camagüey una pequeña expedición que conducía desde Jamaica “Armas, ropas y
cerca de veinte cajas de municiones”. Prado “fue el que entendió en el envío de
esta expedición”. (52)
El 21 de mayo se da por terminada la
guerra en vista de la imposibilidad de resistir al ejército español.
PRADO:
SU TRASCENDENCIA Y EL COMITÉ DE LOS CINCO
“En mayo 25 de 1878, se informaba desde New York a las
autoridades españolas en Cuba, que Leoncio Prado “el jefe más influyente entre
los conspiradores de la intransigencia cubana”, en aquella ciudad, había
desaparecido de la misma el 21 de dicho mes, burlando la vigilancia que se le
hacía. Posteriormente, supieron que “embarcó el mismo día 21 en el vapor Colón”
con destino a Panamá”. (53)
Había,
como puede colegirse, un seguimiento severo de los movimientos de Prado, se
sabía de su capacidad de convocatoria, adquirida como consecuencia de su
actuación eficaz, honesta y leal a la causa de la independencia de Cuba, por
eso era indispensable para el enemigo seguir su accionar muy de cerca, pues en
cualquier momento se podía encender la chispa de la insurrección en la isla,
con el apoyo solidario de los países del continente.
Estuvo en Honduras,
“donde se entrevistó con su hermano Grocio” (54), regresando el 20 de junio a
New York.
El general Calixto García
llegó a Pamplona, después de haber sido liberado tras cinco años de cautiverio,
imprimiendo un nuevo ritmo a los trabajos revolucionarios. Se partió de la
necesidad de modificar el criterio de sostener una guerra que en la práctica
había concluido, sino “por iniciar una nueva contienda utilizando los recursos
salvados y los hombres que se negaban a aceptar el veredicto del Zanjón”. (55)
El Comité de los Cinco,
del que formaba parte Leoncio Prado, “cedió al General García, la orientación y
el manejo de las labores revolucionarias”. (56). Este Comité toma el nombre de
Comité Revolucionario Cubano y tenía por finalidad emprender “sin tregua ni
descanso, la tarea extraordinaria de poner en pie de guerra, a los pocos meses
de concluida una larga y agotadora lucha de diez años, a su grupo numeroso y
animoso de patriotas para quienes el Pacto del Zanjón significaba la ruina de
sus más caras esperanzas y de sus más arraigados empeños”.(57)
Leoncio Prado tenía el
cargo de Secretario del Comité, este hecho y su capacidad motivaba la
preocupación de los peninsulares, tanto que un corresponsal secreto del
periódico “La Independencia” diría “Ya hay quien supone ondeando de nuevo en
las montañas de Cuba el pendón de la Estrella Solitaria, muchos preguntan por
Leoncio Prado”. (58)
También
es necesario significar que él aportaba con sus recursos personales a la causa
libertaria de Cuba, así lo demuestra una comunicación del Brigadier Gregorio
Benítez a
Calixto
García, donde menciona la posibilidad de utilizar fondos provenientes de
Leoncio, de los que era posible disponer.
Asimismo
en el Archivo Nacional de Cuba “Donaciones y Remisiones”, en el Legajo 463, Nº
14, aparece un recibo del 3 de enero, firmado por él, mediante el cual se le
reembolsa una pequeña suma que se había adelantado. (59)
Llegó
a Panamá el 25 de febrero, en ruta hacia el Perú, y desde ahí escribió al
General Calixto García informándole del destino de los generales Gómez y
Quesada, añadiendo: “Es necesario estrechar nuestras relaciones con Centro
América; pues mucho debe esperar
Cuba
de esos países” (60); situación que reiteraría el 29 de marzo al anunciarle que
en su viaje de retorno tocaría Honduras, Salvador y Guatemala, y también ya
cita el posible conflicto entre Chile y Perú. (61)
El
8 de abril estuvo en Costa Rica, el 9 en Honduras, donde saludó al viejo
compañero de armas Morey, coronel del ejército hondureño; el periódico “La Paz”
le dedica la siguiente nota:
“El
señor Leoncio Prado, hijo del Presidente del Perú, Oficial de la Marina
Peruana, y célebre por su heroica captura del vapor “Moctezuma”, a tiempo que
se hallaba al servicio de la república cubana, llegó últimamente a Tegucigalpa
y parte hoy de regreso”. (62)
EL RETORNO AL PERU
A
pesar de que su patria era Latinoamérica y su causa la libertad de los pueblos
oprimidos, sintió desde el fondo de su propia existencia el llamado de su
tierra.
El 24 de junio de 1879 se
va a dirigir a Calixto García en los siguientes términos:
“Las circunstancias anormales porque atraviesa el Perú me
obligan a tener el sentimiento de renunciar al honor de pertenecer al Comité
Revolucionario Cubano tan dignamente presidido por Ud. Como peruano tengo sagrados
compromisos con mi patria, y como americano los tengo con Cuba... Suplico a Ud.
Acepte mi renuncia con la convicción de que tan luego como haya terminado la guerra del Perú regresaré a prestar mis
servicios a la causa de Cuba con el mismo entusiasmo y fe que lo he hecho hasta
hoy”. (63)
Luego enviaría una
circular, en la que se despedía de la migración, haciendo conocer las causas
que lo obligaban a separarse: “temporalmente, creía él, de la lucha por la
independencia de Cuba”. “Una vez terminada la actual contienda del Perú –decía-
volveré, sin tardanza, a dedicarme al servicio de Cuba, con la misma sinceridad
y constancia que hasta hoy”. (64)
“Lleno de fe y
entusiasmo” partió Leoncio para su patria, confiado en que aquel conflicto
sería de corta duración y de que pronto podría volver a poner su espada al
servicio de la independencia de Cuba. (65)
RECONOCIMIENTO DE CUBA
El periódico “El Criollo”, en 1888,
publicó un álbum con retratos y semblanzas de los más señalados patriotas de la
Guerra de los Diez Años, incluyendo a Leoncio Prado. (66)
“Cuando Cuba al llamado de Martí se lanzó a la nueva
y definitiva guerra contra España, uno de los Clubes que integraba el Partido Revolucionario
Cubano llevaba el nombre de Leoncio Prado”. (67)
Existe una
coincidencia de necesaria mención, cuando José Martí retornó de su deportación
se incorpora en 1880 al Comité Revolucionario Cubano de New York, el mismo al
cual perteneció Leoncio Prado.
Finalizada
esta guerra, llamada la Guerra Grande, La Revista “Cayo Hueso”publica las fotos
de un grupo de próceres, entre los que aparece la imagen de Prado. (68)
Durante la
etapa republicana, fueron numerosos los artículos aparecidos en periódicos y
revistas, expresando gratas muestras de recordación.
En la
Segunda Guerra Mundial, entre los cazasubmarinos cubanos que se enfrentaron a
los sumergibles nazis, figuraba uno con el nombre de Leoncio Prado, surcando
las mismas aguas que cuando comandaba el “Céspedes”. (69)
La
Revolución Cubana ha bautizado una de las Escuelas Secundarias Básicas en el
Campo –centro forjador del hombre
nuevo- con
el honroso nombre de Leoncio Prado, como figura digna de servir de ejemplo a
los jóvenes que ahí se forman. (70)
Ahora, un
busto de Prado figura en la galería de Héroes de la Casa del Historiador de
Cuba y un hermoso lienzo donde se consagra su condición de “Héroe de la
Revolución Cubana”.
FIN DE LA PALABRA PRIMERA
... hemos recorrido una etapa breve de la
vida de Leoncio Prado. Breve,.... pero intensa y llena de significación.
Y es que esta gesta, que no fue producto de
una actitud espontánea individual, debe apreciarse como la expresión de la
conciencia colectiva de los peruanos, que él supo recoger como mandato, pues
los pueblos del mundo que sufren los embates del colonialismo tienen una
vocación común de libertad y saben ser solidarios en los instantes de las
supremas definiciones.
Asimismo, constituye el hecho que lo
dimensiona universalmente, con una clara percepción dialéctica, al precisar que
eran tentáculos imperialistas los que sostenían la dominación española sobre
Cuba y que alentaban la fratricida “Guerra del Pacífico”, donde él finalmente
se inmolara para “vivir en la inmortalidad de la gloria”. (71)
Su vida y sus actos tuvieron una clara
definición ideológica y política, que podía sintetizarse en el
anticolonialismo, el antiimperialismo y el latinoamericanismo. Fue político y
organizador, fue agitador y combatiente, es decir fue un revolucionario que no
se quedó en los límites de la palabra y convirtió su posición en praxis
militante de la lucha mayor: la liberación.
De ahí que su universal existencia libertaria
lo ubique en el inmarcesible pedestal de libertador.
Las líneas sobre las que hemos discurrido nos
han hecho reflexionar sobre la vigencia de Leoncio Prado. Confío en que
estudiosos del devenir histórico puedan brindar y ofrecer mayores aportes a la
profundización de este tema, que expresa la hermandad peruano-cubana, envuelta
en banderas de solidaria hermandad desde
horas pretéritas.
ANEXOS BIBLIOGRÁFICOS
Carta dirigida por don Manuel Márquez
Sterling, representante diplomático de la Revolución de Cuba en el Perú, a don
Manuel Aldama Agente General de la República de Cuba en el exterior,
presentando a Leoncio Prado para integrarse como combatiente.
Lima, Agosto 4 / 875
Al C. Miguel Aldama
Agente General de la
República de Cuba en el Exterior
New York
Distinguido conciudadano:
Resuelto el Sr. Leoncio Prado a llevar a cabo su noble y generoso
propósito de ir a combatir por la libertad de nuestra patria, sale mañana para
Panamá, y si allí no encuentra medios para transportarse a Cuba de acuerdo con
el Sr. Villegas, seguirá a New York a ponerse a las órdenes de Ud. Para tomar
plaza en una de las expediciones pendientes, en cuyo caso tendrá Ud. la bondad
de facilitarle los recursos necesarios para su transporte.
Sería inútil que yo
tratara de recomendar a Ud. a este noble joven que para ser digno hijo de su
padre va a ofrecer el sacrificio de su sangre en el altar de la libertad de
América.
Las espresivas
manifestaciones que yo he hecho de las crueles penalidades que le esperan, de
los inmensos peligros que le amenazan en aquella guerra que no tiene ejemplo en
los anales de la historia, solo han servido para escitar su entusiasmo y hacer
más inquebrantable su generosa resolución.
En mi
carta al Presidente de nuestro gobierno fha 5 de Junio le he hablado
estensamente respecto al Señor Leoncio Prado y al grado que se le debe
reconocer en el Ejército. En mi carta al
Presidente de nuestro Gobierno fha 5 de junio le he hablado estensamente
respecto al señor Leoncio Prado y el grado que se le debe reconocer en el
Ejército.
Con los
sentimientos de mi Mayor consideración me suscribo.
Su afectísimo amigo y compatriota
Manuel Márquez
GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado
y la Revolución Cubana”. Editorial ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Pág. 60
Carta dirigida por Leoncio Prado al Sr.
Miguel Aldama Agente General de la República de Cuba, solicitando se arme un
buque corsario para ponerlo a sus órdenes.
New York, 6 de enero de 1876
Sr. Agente General de
la República de Cuba
Miguel Aldama.
S.A..G.
Por su muy atenta del 24 de
Diciembre, hemos tenido el gran sentimiento de imponernos que, la Agencia
General de Cuba, tan dignamente representada por Ud. se halla escasa de fondos,
y lo que es aún peor, casi sin esperanza de conseguirlos. Esta desgracia, Sr.
A.G.,la lamentamos no po5r lo que a nosotros personalmente concierne, que es
materia muy secundaria, sino por el mal que tal situación debe de ocasionar a
la sagrada causa de la libertad tan heroicamente defendida por los abnegados
patriotas en el interior y sus dignos representantes en el exterior.
Cuando salimos del Perú, Sr. A.G.,
hicimos el propósito de ofrecer a Cuba el pequeño contingente de nuestra
sangre, siempre que ésta redundara en pro del principio que nos hemos propuesto
defender. Fieles pues, con nuestro propósito, la vista de obstáculos y los
inconvenientes que encontramos en el
tránsito, que para almas mezquinas tal vez serían insuperables, no hacen sino
robustecer mas y mas nuestro inquebrantable ánimo de ser útiles a Cuba y no
retirarnos de su servicio hasta que no haya alcanzado su libertad, espulzando
de su suelo a nuestro común enemigo (el español).
Creemos que Ud.mas que nadie está
plenamente convencido que, mientras no hayan los medios de mandar recursos a
los patriotas cubanos, estos, encontraran muchos tropiezos en su marcha. Por
consiguiente, deber de los que en el esterior quieren ayudar en su camino a ese
ejército libertador es, procurar dichos recursos, para por medio de ellos
acudir eficazmente al buen éxito de sus operaciones. Nosotros, que, como hemos
dicho antes, no nos desmayamos, ante obstáculos, creemos haber encontrado este
medio.
Estudiando la historia de la
Revolución de Cuba hemos visto que hasta ahora no se ha tratado de armar un
buque cubano en corsario, y por consiguiente no se han hecho presas de buques
mercantes españoles que vendidos en el Perú o Colombia, que ambos han declarado
la beligerancia `podían dar un positivo auxilio a Cuba. Nosotros pues,
proponemos a V. Que de dos buques que Cuba tiene en el Pacífico se ponga uno a
nuestras órdenes y se nos autorice para armarlo en corsario, que del buen éxito
nosotros respondemos; pues se sabe que buques españoles surcan ese Océano.
Esperamos el honor de recibir su
contestación como de V., Sr. A.G., con la mayor consideración y respeto, sus
As. y s.s.s.s.
Leoncio Prado Gmo. Gendron de Coligny
GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la
Revolución Cubana” .Editorial ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Págs. 65 y 66.
Carta dirigida a la Emigración Cubana por
Leoncio Prado y Manuel Morey después de la captura del “Moctezuma” al que
cambiaron de nombre por el de “Céspedes” para operar como corsario frente a la
fuerza naval española.
A la emigración cubana:
Compatriotas. El sol de
la victoria, aparece ya sobre el brillante cielo de la libertad. A los heroicos
triunfos del ejército libertador respondemos haciéndonos dueños de un vapor
que, armado en guerra, pronto hará conocer a nuestros enemigos que la Estrella
Solitaria no alumbrará sólo en los límites de la tierra cubana, sino que
estenderá sus rayos a todas partes donde el agua del océano base con sus olas
la tierra que limita. Desde este momento queda abierta la guerra marítima entre
Cuba y España. Ya sus buques no correrán impunemente los mares y los que nos
llaman piratas, caerán de rodillas a pedirnos perdón que no les negaremos.
Nuestros cañones responderán a los suyos: y entre el humo del combate naval
aparecerá más hermoso nuestro tricolor pabellón. “Hay momentos en que son
inútiles las palabras, y solo los hechos deben hablar: y hoy estamos en uno de
ellos”. Al dirigirnos a vosotros que anheláis llegue el día feliz en que
volváis a la dulce patria, os debemos decir: “Hermanos: por nuestra parte
cumplimos nuestro deber, y lo seguiremos cumpliendo, pese a quien pesare: por
vuestra parte haced lo que creáis que es el vuestro”. Las republicas hermanas
no olvidarán que una misma es nuestra sangre, que una es nuestra causa, el
mismo nuestro hermoso porvenir, y auxiliarán eficazmente. La basa de vuestro
poderío existe ya; a
vosotros les toca que su engrandecimiento sea rápido. Confiad en nosotros, y os
juramos que pronto los mares se verán libres de la ominosa bandera española; y
en su lugar tremolará coronada de luz, acribillada por las balas pero
triunfante, la bandera inmortal de Céspedes y Agramonte. Compatriotas: ¡ Viva la República ¡ ¡ Viva el Gobierno ¡ ¡Viva el Ejército Libertador ¡ ¡ Viva la Marina Cubana ¡ . A bordo del “Céspedes”, 9 de Noviembre de 1876. Primer
Jefe. Leoncio Prado. Segundo Jefe. Manuel Morey.
GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la
Revolución Cubana”. Editorial ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Pág. 81
Proclama de Leoncio
Prado
Leoncio Prado
A las Repúblicas de Centro y Sur América
Compatriotas:
Casi a vuestras puertas un puñado de
valientes sostiene hace diez años una titánica lucha por alcanzar su
independencia contra un ejército numeroso y aguerrido. Abundancia de preciosa
sangre ha corrido y corre en los combatientes: crímenes y horrores marcan las
huellas de un feroz contrario; devastación y ruina cubren gran parte del suelo
de aquella isla desgraciada, y vosotros, que por siglos también sufristeis la
insoportable tiranía española, no podéis ver con criminal indiferencia tanta
opresión y tanta crueldad por un lado, y tanta abnegación y tanto heroísmo por
el otro.
Cuba, la heroica Cuba, lucha por
alcanzar su libertad, y vosotros habéis contemplado la grandeza y el valor, la
abnegación y la fe, la constancia y el heroísmo con que uno tras otro han caído
los soldados de la libertad en la isla infortunada.
Todo cuanto hay de mas noble y grande
para el hombre, la justicia en el derecho, la dignidad en la conciencia, la paz
y la felicidad en la libertad y el trabajo, todo, absolutamente todo, está empeñado
en una terrible contienda, que el mundo mira indiferente.
Ellos y nosotros, miembros todos de una misma
familia y compañeros hasta ayer de los mismos infortunios, unos son nuestros
pesares y unas mismas nuestras
halagüeñas esperanzas.
Por ello:
Infatigable en mis trabajos por la
independencia de Cuba; inquebrantable en mi propósito; cada día más firme en la
convicción del triunfo infalible de su causa, os pido para ella vuestra ayuda
moral y material; esa ayuda que todas esas repúblicas recibieron cuando
trataron de sacudir el yugo colonial: ayuda que por lo mismo estáis en el deber
ineludible de acordar a quien, siguiendo vuestro ejemplo, trata hoy de romper
las cadenas que la oprimen.
Apoyado por vosotros fácil me será
realizar combinaciones que den por resultado, en breve plazo, la absoluta
Independencia de la Antilla. Quiero contribuir
a que quede para siempre lanzada de América la horrible tiranía española
que la afrenta, y me obliga a ello mi honor de peruano, mi amor inmenso a la
libertad y mi odio profundo a la tiranía.
Para realizar tan seductora idea
necesito de vosotros, y si logro vuestro generoso apoyo, os juro que muy pronto
quedarán restituidas la libertad y la felicidad de un pueblo heroico; libertad
y felicidad que con impía saña la niegan sus feroces enemigos.
Leoncio Prado
GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la
Revolución Cubana”. Editorial ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Pág. 105.
Poesía escrita por
R.C. Silveira loando a Leoncio Prado
Leoncio Prado
Insonora es mi voz, débil mi pluma
para que pueda bosquejar siquiera,
al héroe sin igual del “Moctezuma”
a quien admiro por la vez primera.
Quisiera ser un genio sin segundo
describiendo su mérito eminente,
mas al ver que es mi numen infecundo
no puedo menos que inclinar la frente.
Joven, muy joven es; y en su semblante
simpático, a la vez que fino y grave,
se advierte una mirada penetrante
que dice tanto, que expresar no cabe.
Joven, muy joven, sí, pero valiente,
que al concebir un plan es inflexible,
que al peligro se muestra indiferente
con un bélico ardor indescriptible.
Dotado de una clara inteligencia,
con rico porvenir, con buen presente,
sin oír otra voz que su conciencia
adopta a Cuba por su patria ardiente.
Y a los mares se lanza presuroso
en brazos de la Suma Omnipotencia,
tan solo en pos de conquistar glorioso
de mi patria la santa independencia.
Y al fin ha de triunfar; por que la suerte
no le ha de ser hostil en su jornada.
Porque él se muestra impávido en la muerte
no cual Judas de mi patria amada.
Por eso lo saludo verazmente
como a un hermano que bajó del cielo,
rogando al creador con voz ferviente
premie su abnegación, su fe, su anhelo.
Porque Prado ha de ser para mi Cuba
lo que el puñal de Bruto para Roma,
y fuerza es que mi voz al cielo suba
cuando ya el sol de la libertad asoma.
Siga el héroe sin par, perseverante
siendo el terror de la imponente España,
que muy en breve ostentarán triunfante
nuestra bandera el Morro y la Cabaña.
R.C.Silveira
GARCIA DEL PINO, César. “LEONCIO Prado y la Revolución Cubana” Editorial
ORBE. Ciudad de La Habana.. 1980. Pág. 108 .
Carta dirigida por Leoncio Prado al General
Calixto Ibañez Presidente del Comité Revolucionario Cubano, renunciando al
Comité Revolucionario Cubano por tener que incorporarse a la defensa de su
patria en la guerra con Chile.
Island City,
Mills.
Sor. Gral. Calixto G. Iguiñez
Presidente del Comité Revolucionario
Cubano
New York.
Sor. Preste.
Las circunstancias anormales por que
atraviesa el Perú me obligan a tener el sentimiento de renunciar al honor de
pertenecer al Comité Revolucionario Cubano tan dignamente presidido por Ud.
Como peruano tengo sagrados
compromisos con mi patria, y como americano los tengo con Cuba.
El Perú
se encuentra envuelta en una guerra nacional, mientras que los que trabajamos
por la Independencia de la Perla de las Antillas conspiramos para hacer una
nueva revolución que, a mi juicio, no puede hacerse antes de un año, por que
faltan los recursos más indispensables para que tenga probabilidades de éxito.
Teniendo
la alternativa de escoger entre quedarme en New York conspirando y por
consiguiente permanecer en una completa e indefinida inacción o ir al Perú a
tomar parte activa en la guerra en defensa de mi patria, sin vacilar mucho me
decido por lo segundo; por cuyo motivo suplico a Ud. que acepte mi renuncia con
la convicción de que tan luego como haya terminado la guerra en el Perú
regresaré a prestar mis servicios a la causa de Cuba con el mismo entusiasmo y
fe que lo he hecho hasta hoy.
Reciba
Ud. Señor Presidente, y haga extensiva a los dignos miembros de aquella
honorable corporación las muestras de mi más alta consideración y aprecio.
(Fdo.) Leoncio Prado
New York 24 de junio de 1879
GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la Revolución
Cubana”. Editorial ORBE. Ciudad de La Habana”. 1980. Págs. 116 y 117.
Carta
dirigida por Leoncio Prado a los combatientes por la liberación de Cuba
explicándoles las razones de su alejamiento del Comité Revolucionario, para
asumir la defensa de su país en la guerra con Chile.
Distinguido compatriota:
La guerra
declarada y emprendida por Chile contra la República del Perú me obligó a
separarme del Comité Revolucionario Cubano, a fin de servir a la defensa de mi
patria.
Si
permaneciera ausente de ella, consagrado a trabajos pasivos para la futura
guerra de Cuba, mientras corre la sangre peruana en los campos de batalla, me
rebajaría, no solo ante los ojos de mis hermanos, sino a los de Uds. Mismos.
Natural
es que sienta la separación que me impone el más sagrado de todos mis deberes;
pero tal sentimiento se aminora al reemplazarme ventajosamente una persona de
tan relevantes cualidades como el Sr. José Franco Lamadriz, cuyo patriotismo,
cuya inteligencia y cuya fe son valiosas prendas de éxito lisonjero en la noble
empresa que hemos acometido.
Una vez
terminada la actual contienda del Perú, volveré, sin tardanza, a dedicarme al
servicio de Cuba, con la misma sinceridad y constancia que hasta hoy.
Entre
tanto, me prometo que Uds. Continuarán prestando eficaz apoyo al Comité
Revolucionario, para robustecer sus elementos morales y materiales y apresurar
la redención de Cuba, objeto querido de nuestros justos afanes y fundadas
esperanzas.
Doy a Uds.
Las mas expresivas gracias por las distinciones de que les soy deudor, y con
testimonio de mi alta estimación y respeto, me despido de Uds., quedando, como
siempre, a sus órdenes.
Grand Central Hotel, New York, Julio 2 de 1879.
Leoncio Prado
Srs. Presidente y Vocales
del Club Revolucionario Cubano de
Mérida N° 39
GARCIA DEL
PÍNO, César. “Leoncio Prado y la Revolución Cubana”. Editorial ORBE. Ciudad de
La Habana. 1980. Pág. 118.
BIBLIOGRAFIA
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DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la
Revolución Cubana” Editorial ORBE. Ciudad de La Habana.. 1980. Pág. 5.
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Revolución Cubana”. Editorial ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Pag.58.
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Revolución Cubana”.Editorial ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Pág. 16.
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Pág. 17.
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Ibidem.
Pág. 17.
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Revolución Cubana”. Editorial ORBE. Ciudad de La Habana 1980. Pág. 60.
10. Ibidem. Pág. 75.
11. Ibidem. Pág. 20.
12. Ibidem. Pág.
13. GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la Revolución Cubana”. Editorial
ORBE. Ciudad de La Habana. L980. Pág. 20.
14. Ibidem. Pág. 21.
15. Ibidem.Págs. 22 y 23.
16. Ibidem. Pág. 25.
17. GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la Revolución Cubana”. Editorial
ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Pág. 25.
18. Ibidem. Pág. 25.
19. GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la Revolución Cubana”. Editorial
ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Pág. 26.
20. Ibidem Pág. 26
21. Ibidem. Pág. 28
22. Ibidem.
23. Ibidem. Pág. 32.
24. Ibidem. Pág. 32.
25. Ibidem. Pág. 33.
26. Ibidem. Pág. 36.
27. Ibidem. Pág. 37.
28. Ibidem. Pág. 37.
29. Ibidem. Pág. 39.
30. Ibidem. Pág. 53.
31. GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la Revolución Cubana”. Editorial
ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Pag. 53.
32. GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la Revolución Cubana”. Editorial
ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Pag.- 40.
33. Ibidem. Pág. 43.
34.
Ibidem. Pag.
44.
35.
Ibidem. Pag. 45.
36.
Ibidem. Pag. 45.
37. Ibidem. Pág. 46.
38. Ibidem. Pág. 46.
39. Ibidem. Pág. 47.
40. GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la Revolución Cubana”. Editorial
ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Pag. 47.
41. Ibidem .Pág. 47
42. Ibidem. Pág. 49.
43. Ibidem. Pág. 49.
44. Ibidem. Pág. 49.
45. Ibidem. Pág. 50.
46. Ibidem. Pág. 50.
47. GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la Revolución Cubana”. Editorial
ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Pag. 50.
48. Ibidem. Pág. 50.
49. Ibidem. Pág. 51.
50. Ibidem. Pág. 52.
51. Ibidem. Pág. 52.
52. Ibidem. Pág. 53
53. Ibidem. Pág. 53.
54. GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la Revolución Cubana”. Editorial
ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Pág. 54.
55. Ibidem. Pág. 54.
56. Ibidem. Pág. 54.
57. Ibidem. Pág. 54.
58. Ibidem. Pág. 55.
59. Ibidem. Pág. 55.
60. Ibidem Pág. 55.
61. Ibidem .Pág. 56.
62. Ibidem. Págs. 56 y 57.
63. Ibidem. Ibidem. 57.
64. GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la Revolución Cubana”. Editorial
ORBE. Ciudad de La Habana. 1980. Pag. 57.
65. Ibidem. Pág. 59..
66. GARCIA DEL PINO, César. “Leoncio Prado y la Revolución Cubana”. Editorial
ORBE. Ciudad de La Habana. L980. Pág. 59.
67. Ibidem. Pág. 59
68. Ibidem. Pág. 59.
69. Ibidem. Pág. 59.
70. Ibidem. Pág. 59.
71. PAVLETICH, Esteban. “Leoncio
Prado. Una vida al servicio de la
libertad”. (tercera edición). Editorial “Demos”.
Edición 1958. Pag. 109.
Indice
Palabra
primera
Pág.
5
Consideraciones
universales sobre Leoncio Prado
Pág. 9
Situación
de Cuba
Pág.
15
Leoncio
Prado rumbo a Cuba
Pág.
21
Había
que armarse corsario
Pág.
25
La
toma del “Moctezuma”
Pág.
33
Repercusión
de la captura del “Moctezuma”
Pág.
39
La
travesía del “Céspedes”
Pág.
45
Leoncio
Prado en la Manigua
Pág.
51
La
lucha no se detiene: el viaje a Filipinas
Pág.
55
El
Comité Revolucionario
Pág.
59
Prado:
su trascendencia y el Comité de los Cinco
Pág.
65
El
retorno al Perú
Pág.
71
Reconocimiento
de Cuba
Pág.
75
Fin
de la palabra primera
Pág.
79
Anexos
bibliográficos
Pág.
83
Bibliografía
Pág.
99
Índice
Pág.
103
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